lunes, 23 de julio de 2007

El gran salto de ZP


He estado viendo un resumen de la intervención de ZP en la clausura del XXIII congreso de las Juventudes Socialistas y me ha llenado de esperanza el contundente mensaje de nuestro presidente anunciando “un gran salto en política de vivienda” para facilitar a muchos jóvenes el acceso a la misma (a la vivienda, no a la política).

Pero lo mejor de todo es que este grandísimo logro ¡Tendrá lugar antes de que termine la actual legislatura!

¡Alabado sea ZP! ¡ZP es mi pastor, nada me falta! ¡Tu vara y tu cayado me sustentan! En menos de siete meses podremos ver hecho realidad el prodigio de la multiplicación de los PAUs y las VPOs.

Es un líder tan magnífico nuestro ZP, que no necesita decir cómo va a hacer lo que promete porque su intachable trayectoria política ha hecho de él un hombre en el que toda la ciudadanía (masculina y femenina) confía (salvo algún que otro extremista de ese partido al que no quiero hacer publicidad).

ZP es un gran filántropo, es una persona que sabe escuchar al pueblo y que sale a la calle a diario para pulsar el sentimiento de sus conciudadanos. El Presidente la Nación de Naciones sabe lo mucho que nos gustan las sorpresas y lo que disfrutamos haciendo cábalas sobre cómo conseguirá esta vez lo prometido. Y es por eso por lo que no quiere desvelar sus planes. Así nos hace felices por partida doble: primero, por saber que en unos meses no habrá nadie sin hogar y, segundo, por darnos la divertida posibilidad de intentar averiguar su táctica.

Mi emoción es tal que sólo puedo lanzar vítores para que gritéis conmigo:

¡VIVA ZP!
¡VIVA EL ESTADO LAICO!
¡VIVA EL GRAN SALTO EN POLÍTICA DE VIVIENDA!
¡VIVA GEORGIE DANN!

P.D.- Os sugiero que veáis el vídeo de la página referenciada de “El Mundo”. El final es maravilloso. Se ve a ZP despidiéndose de los jóvenes que pueblan la mesa que está tras el atril desde el que ha predicado el presidente, y es verdaderamente gozoso ver cómo hay un equilibrio perfecto entre hombres y mujeres. ZP da la mano a un hombre y un beso a la mujer de al lado, y así va recorriendo toda la mesa con estrechamientos de manos y besos con una cadencia tan perfecta como la que marca la ley de paridad.

viernes, 20 de julio de 2007

Accidentado


Nuestro estimado e hilarante colaborador Antares me pide que desvele los detalles del accidente ciclista que me tiene recluido en el hogar desde ayer jueves y, como estoy cansado ver la tele todo el día, me ha parecido adecuado llevar a cabo la petición.

Cuando llega “la calor” primaveral, mi actividad corredora se rebaja en intensidad para dejar hueco a mis paseos en bicicleta que, gracias al alcalde de Madrid y a nuestros impuestos, este año son más largos porque el Anillo Verde me permite ir a cualquier punto cardinal de esta ciudad.

Ayer, como casi todos los jueves, salí a pedalear con un amigo. Dimos una vuelta más corta de lo habitual porque ambos teníamos algunas cosas que hacer tras nuestro periplo. El caso es que, ya de regreso, nos habíamos separado para ir cada uno al encuentro con la ducha, y yo, para atajar, me metí por un estrecho senderito que discurre paralelo a la M-40 y desemboca en Valdebernardo (¡gran barrio!). Iba yo muy alegre y raudo por el estrecho camino y, al llegar al punto en el que me disponía a descender la corta rampa que me llevaría al parque por el que pasea la ciudadanía valdebernardina, un surco, una piedra, la Hormiga Atómica, una entidad de la quinta dimensión o, tal vez, mi miopía, hicieron que la rueda delantera de mi bicicleta quedase anclada en el terreno mientras mi cuerpo caía al suelo sobre mi fornido costado derecho. Nada más llegar al suelo mi necia persona con todo el costillar derecho, la bicicleta cayó sobre mi muslo con toda la fuerza de la gravedad intensificada por esa velocidad que mis piernas habían dado a mi vehículo. Vamos, que mi pata se llevó un leñazo de mucho cuidado.

Cuando todo lo que tenía que caer estaba ya en el suelo, intenté levantar la bicicleta para liberar mi dolorida pierna y me di cuenta de que la rueda delantera estaba girada y, junto con el cuadro de la bici, hacía efecto pinza sobre mi extremidad inferior. Tras unos forcejeos conseguí liberarme y, con esfuerzo, logré ponerme en pie.

Mientras revisaba la bicicleta vi que unos transeúntes que paseaban por la acera que discurría unos metros más abajo, se interesaban por mi estado. Tal vez el gritito que di al verme volando camino del duro suelo, les informó de que algo le pasaba a ese personaje vestido de amarillo chillón y azul (colores que no pegan ni con cola) que se erguía con las gafas torcidas y lleno de polvo sobre el montículo. En un alarde de chulería hice señas a los paseantes indicándoles que no necesitaba ayuda, pero al instante me sobrevino un pequeño mareo que hizo que viera todo en tonalidades amarillentas y con un brillo excesivo. Pensé que me iba a caer y, como no me gustó la experiencia de la primera caída, decidí posarme voluntariamente en el suelo y llamar al simpático Doctor Flatulencias (habitante de Valdebernardo) para que viniese a recoger mis despojos.

Durante la espera saqué fuerzas de flaqueza para enderezar el torcido manillar y poder usar la bicicleta como apoyo para llegar hasta la carretera a esperar la llegada del convoy de salvamento. Finalmente llegó mi benefactor y, tras depositar la bicicleta en el maletero del coche, conseguí introducirme en el hueco del copiloto con mi pierna herida convertida en un tronco inflexible (y gordísimo).

Luego me duché (no fue fácil meterme en la pileta de la bañera, pero lo conseguí gracias a mi ingenio) y fuimos al hospital para que los “espertos” certificasen que no me había roto nada (cosa que hicieron). Regresamos a casa y hoy me he pasado el día holgazaneando por aquí para cumplir con el mandato de que tuviera reposo absoluto.
Esperemos que la recuperación sea rápida porque lo cierto es que el enclaustramiento obligado es bastante ingrato (el voluntario lo llevo bastante mejor).

Un saludo a todos los ciudadanos y ciudadanas ciclistas.

domingo, 15 de julio de 2007

Los peligros del verano



La verdad es que me gusta un montón esta nueva creación de Georgie, estoy seguro que será tres, dos o uno ¡Total, alucinante, lo más! Además, el mensaje de la canción es de lo más interesante, refleja a la perfección los sentimientos de muchas de las personas que “disfrutan” de su mes de vacaciones en cualquiera de las playas españolas (o de Cancún).

Y, hablando de playas, me ha venido a la mente el “desastre natural” acontecido en las costas de Ibiza. Deberían evacuar a todos los veraneantes de aquella isla no vaya a ser que acaben tiznados como esos cormoranes que, inevitablemente, acaban protagonizando las colecciones de fotos de cualquier reportaje de vertidos de combustible al mar.

Espero que Al Gore haga un paréntesis en su gira mundial para pasarse por Ibiza a luchar contra este nuevo ataque a la madre Tierra.

Además de los peligros de los vertidos de sustancias putrefactas al mar, aprovecho este “pos” para pediros que tengáis cuidado con el golpe de calor y, cómo no, con los escozores provocados por las invasiones de medusas (invasiones causadas, sin duda alguna, por el calentamiento global). Cada vez es más peligroso el verano, van a acabar convenciéndome de que es mejor "invernear" que veranear.

Como diría Georgie Dann (mientras mueve rítmicamente su envidiable pelucón de un lado a otro):
Me cago en el chapapote
y en el golpe de calor,
me cago en las medusas,
me cagüentó

(Cantarlo al son de la melodía de “Me cagüentó”).

sábado, 7 de julio de 2007

San Fermín o la necedad en masa


Siete de Julio. San Fermín. Aquí están de nuevo esas fiestas tan sonadas y famosas mundialmente. Acabo de estar viendo el vídeo del chupinazo en El Mundo y, como era de esperar para un ser extraño y asocial como yo, lo que he visto me ha parecido un despropósito de dimensiones descomunales.

No entiendo que se dé tanto pábulo a unas fiestas que hacen que Pamplona esté tomada día y noche durante una semana (¿o es más tiempo?) por hordas de borrachos (y borrachas. Seremos paritarios también para las cosas negativas) que no son muy cuidadosos a la hora de depositar los cascos vacíos de sus botellas, sus micciones y sus vómitos.

Olvidaba que los encierros también son parte importantísima de estas trascendentales fiestas patronales pamplonicas. La cultura española no sería lo que es de no ser por los encierros de San Fermín. ¡Qué grandiosidad intelectual la de sus creadores! ¡Qué plasticidad la de esos valerosos mozos y mozas al desplazarse a toda velocidad (o tambaleándose por la cogorza) delante del ganado bravo! ¡Qué majestuosidad la de los tapones humanos a la puerta de la plaza de toros! ¡Qué gozo se siente al ver a algún corredor entregando su vida mientras es corneado por algún toro!

En fin, como veréis, los Sanfermines son mi pasión. Siempre he sentido algo especial por los festejos populares. Me encanta ver cómo los ayuntamientos gastan millones de euros en “cultura” de este tipo.

Y, dejando atrás la ironía, sólo me queda sugerir que, en lugar de darle un halo de misticismo a estas sandeces populares, nos demos cuenta de que todo esto no es más que un grandísimo negocio con el que se saca un buen montón de dinero, cosa que me parece excelente. Lo que me parece lamentable es que ese negocio (como tantos otros) se intente ocultar bajo el eficaz disfraz de la “Cultura”. ¿Beber sin tino es cultura? ¿Arriesgar la vida corriendo delante de toros con cuernos afilados es cultura? ¿Dejar las calles hechas un asco es cultura? Si eso es cultura ¡VIVA LA NECEDAD!